RUMBO AL GOBIERNO MUNDIAL: EL G20 ACUERDA REFORMA HISTORICA DEL FMI

El G-20 acuerda una reforma "histórica" del FMI


La UE cede a los países emergentes dos de los nueve asientos que tiene en el directorio del organismo.- Transferirán a estos Estados el 6% de los votos

AGENCIAS - Nueva York - 23/10/2010

Los ministros de Finanzas del G-20 han llegado a un acuerdo sobre la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI), que otorgará más poder de decisión a los países emergentes. En la reunión del G-20 de Gyeongju (Corea del Sur), a la que asiste también el director del FMI, la Unión Europea (UE) ha decidido ceder dos de los nueve asientos que tiene en el directorio del organismo internacional. Además, transferirán a estos Estados el 6% de los votos. De momento se desconoce cómo se repartirán los dos asientos, de los 24 que componen el directorio del Fondo Monetario. El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, ha calificado de "histórico" el acuerdo.
Fuentes cercanas a las negociaciones han explicado que el FMI buscaba este acuerdo antes de cerrar la reunión de ministros de Finanzas en Corea del Sur, que comenzó ayer y concluye esta tarde. Para Strauss-Kahn, se trata de "la mayor reforma jamás realizada sobre el sistema de gobierno de la institución", que hace un año ya acordó el desvío de al menos del 5% de los derechos de votación a países en desarrollo como India o Brasil, cuya escasa influencia en la institución económica distaba mucho de equipararse a su impacto real en la economía mundial.

¿Quién cederá su puesto?

Hasta el acuerdo, los 27 estados miembros de la Unión Europea gozaban del 32% de los derechos de voto, por un 17% de EE UU. China, la segunda economía mundial, sólo podía disfrutar de un poco menos del 4% de los votos; Rusia, un 2,49%; India, un 2,44%; Brasil, un 1.78%; y Corea del Sur, el 1,41%. El FMI se reunirá en las próximas semanas para ratificar esta decisión, mientras que Europa debe ahora decidir qué Estados van a dejar su asiento.

Este acuerdo sorpresa, ya que no se esperaba hasta la próxima cumbre del G-20, no consigue esconder el hecho de que no se ha conseguido uno de los principales objetivos de la cumbre, que era el de convencer a las economías en desarrollo para apreciar sus respectivas monedas a corto plazo. La llamada guerra de divisas, por la que algunos países emergentes intentan atraer flujos de capital, pone en peligro la recuperación mundial al alimentar la volatilidad en los tipos de cambio y ser fuente de incertidumbre.

Estados Unidos propuso ayer una solución a este conflicto, informa Sandro Pozzi. Su iniciativa, presentada ante los ministros de Finanzas, pasa por poner techo a los desequilibrios en la balanza de pagos para que los países que mantienen artificialmente bajo el valor de su moneda cambien de estrategia. La propuesta ha provocado la división inmediata en el seno del grupo que incluye a países desarrollados y emergentes y en el que participa España.

Fuentes consultadas indican que, debido a la falta de acuerdo, el comunicado final se limita a expresar el compromiso de todos los países a evitar "devaluar su moneda con objetivos competitivos". "Todos estamos comprometidos en avanzar hacia determinados tipos de cambio que reflejen los fundamentos subyacentes", ha indicado una fuente del FMI bajo condición de anonimato. Economistas consultados por Reuters, no obstante, consideran que la falta de un compromiso mayor por parte de países como China o Corea del Sur en este aspecto terminará golpeando al dólar.

ESTADOS UNIDOS SALDRA MÁS POLARIZADO DESPUÉS DE ESTAS ELECCIONES PARLAMENTARIAS

Los ultras del Tea Party tienen al alcance de la mano una veintena de escaños
ANTONIO CAÑO - Washington - 27/10/2010

Con seis días por delante hasta la fecha de la votación, los demócratas aún confían en mantener, aunque sea por una mínima diferencia, la mayoría en el Senado y no descartan conservar también el control de la Cámara de Representantes. La realidad es que, incluso en ese improbable escenario, el Congreso que surja de estas elecciones será más polarizado, más extremista y hará casi imposible la tarea de gobernar.
Los republicanos afirman que usarán todos sus recursos para frenar a Obama
El optimismo de los demócratas es, fundamentalmente, la actitud obligada de un político en campaña electoral, pero se sustenta también en las más recientes encuestas, en las que sus candidatos han recortado distancias o han ganado la delantera en algunas carreras muy disputadas, como California, Colorado, Virginia Occidental, Illinois, Pensilvania y Nevada. Los republicanos conservan, sin embargo, una ventaja global en torno a siete puntos en las encuestas sobre el voto en el conjunto del país y mantienen diferencias sólidas en un número suficiente de circunscripciones como para tener fácilmente a su alcance la mayoría en la Cámara y pelear hasta el último voto por los escaños del Senado.

De los 435 escaños que se eligen en la Cámara -la totalidad de ese órgano-, los republicanos compiten con ciertas o altas posibilidades de éxito en un abanico de escaños que, según diferentes cálculos, oscilan entre los 50 y los 90. Necesitan capturar 39 escaños que actualmente poseen los demócratas, sin perder ninguno propio, para obtener la mayoría.

Para que los demócratas pudieran conservar su predominio, además de arrebatarle algún escaño a sus rivales -solo uno o dos son relativamente competitivos-, tendrían que revertir las encuestas en unos 40 distritos en los que están en desventaja. Es decir, necesitan una proeza.

En el Senado, sus posibilidades son algo mayores. De los 37 escaños que se someten a elección el 2 de noviembre -una tercera parte del total-, hay 19 que todavía están abiertos a distintas posibilidades y, de ellos, siete en los que demócratas o republicanos están empatados o con ventajas por debajo del margen de error de las encuestas. Los republicanos, que actualmente tienen 41 escaños de esa cámara, necesitan ganar al menos 10 de sus rivales para conseguir el control. En el caso, bastante probable, de que ambos partidos consigan 50 escaños, el vicepresidente, Joe Biden, que también ejerce la presidencia del Senado, votaría para romper los empates.

Cada partido ha expuesto ya sus argumentos en esta campaña y no cabe esperar novedades que provoquen un brusco cambio de la tendencia actual. Además del hecho de que la mayoría de los Estados tienen sistemas de votación por adelantado y hay millones de votos ya emitidos.

Por tanto, es fácil perfilar ya un Congreso donde las fuerzas radicales de uno y otro partido contarán con mucha mayor influencia. Entre los republicanos, claramente, la presencia en las listas electorales de candidatos del movimiento ultra Tea Party y la posibilidad de que al menos una veintena de ellos sean elegidos, es el anuncio de un significativo giro extremista.

Al menos en una primera fase, muchos de esos candidatos llegarán a Washington con la presión de ser fieles al proyecto radical por el que fueron elegidos, y lo harán desde posiciones de poder. Si los republicanos controlan la Cámara de Representantes, presidirán también los comités que la integran y gozarán del derecho a llamar a declarar que le corresponde a los presidentes de esos comités. La Administración de Barack Obama vivirá, por tanto, a partir del próximo martes bajo la nueva y permanente amenaza de las comisiones de investigación.

Algunos republicanos ya han anunciado que utilizarán todos sus recursos para frenar a Obama. La primera oportunidad para hacerlo será la discusión de los próximos presupuestos federales. El conservadurismo que llega está ideológicamente atado a la reducción del déficit y es muy poco probable que respalde un presupuesto que no lo haga de forma drástica.

Ese radicalismo ha potenciado en esta campaña también un cierto extremismo de parte del Partido Demócrata. Muchos de sus congresistas del ala derecha, los llamados Blue Dogs, están hoy en peligro de desaparición. Obama puede surgir como árbitro de esta situación. O en eso confía.

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Las guerras de divisas preocupan a muchos analistas, incluso más que los conflictos bélicos. Mientras la política financiera de Estados Unidos sigue poniendo en peligro a otras economías mundiales, varios países tratan de evitar usar el dólar en sus operaciones bilaterales. Algunos afirman que la guerra en Afganistán no es la única que está librando EE. UU. El país también combate en otro conflicto, oculto, y no menos costoso.