(IAR Noticias)
El lunes 24 Wall Street comenzaba la sesión con pérdidas y la prensa del país apuntaba a la intervención de Cajasur como la principal causa de la caída. En otros tiempos, hubiera sido una broma macabra que la todopoderosa Estados Unidos bailara al son de lo que ocurriera en España con una simple caja de ahorros, pero el panorama ha cambiado y los países periféricos europeos tienen en su poder el botón de detonación del sistema financiero mundial.
Por María Igartua - Cotizalia
La exposición de inversores extranjeros a la deuda griega, portuguesa y española, tanto pública como privada alcanza los 2 billones de euros. Si en septiembre de 2008 cuando quebró Lehman Brothers, tenía activos por 1,2 billones de dólares y el sistema financiero se fue a pique, ¿qué pasaría ahora si alguno de estos países siguiera sus pasos? La crisis de la deuda europea y, en especial, España, se ha convertido en un problema para el mundo entero.
Así, el rescate de Grecia en realidad ha sido el salvavidas para los bancos alemanes y franceses principales tenedores de bonos del país y la llamada del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a José Luis Rodríguez Zapatero para decirle lo que tenía que hacer respondía a una mera cuestión de supervivencia del resto de países.
Y es que, la exposición de los inversores extranjeros a los bancos españoles alcanza los 770.000 millones de euros, frente a los 111.000 millones que suponen los griegos y los 184.000 millones de los portugueses, según los datos ofrecidos por Royal Bank of Scotland. Si a estas cifras unimos a los tenedores de bonos del estado de estos países y de deuda de entidades no financieras, en el caso de España, la exposición roza los 1.5 billones de euros –un 142% del PIB-, bastante más que Lehman Brothers, mientras que Grecia y Portugal superan los 330.000 millones de euros.
Dicho esto, hay que sumar que “el eslabón débil es la exposición del sector bancario a la deuda corporativa incluido el sector inmobiliario”, que el Banco de España estima en 445.000 millones de euros, el 42% del PIB español.
Esto hace que España sea más vulnerable a una pérdida de la confianza por parte de los inversores internacionales como se está reflejando en el comportamiento de los mercados, tanto de renta variable como de bonos.
Por otro lado, al igual que ocurre con Grecia, son precisamente Francia y Alemania los menos interesados en que España naufrague. Sólo entre estos dos países acumulan más de 300.000 millones de euros entre deuda pública y privada, mientras que Estados Unidos cuenta con 40.000 millones y Reino Unido 75.000 millones de euros.
Visto lo visto, no es de extrañar que desde varios frentes se justifique la intervención del Banco Central Europeo con su programa de compra de deuda y desde RBS aseguran que la institución monetaria acabará comprando más papel privado que soberano.