Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo. Luc. 2: 9, 10.
Hace mucho tiempo que se celebra el 25 de diciembre para conmemorar el día del nacimiento de Jesús y. . . no es mi propósito afirmar si es apropiado o no celebrar ese acontecimiento en ese día, sino meditar en la niñez y la vida de nuestro Salvador. Quiero llamar la atención de los niños a la humildad del Redentor al venir al mundo.
Todo el cielo estaba interesado en el gran acontecimiento del advenimiento de Cristo a la tierra. Mensajeros celestiales vinieron para dar a conocer el nacimiento del tantas veces prometido y tan esperado Salvador a los humildes pastores que cuidaban sus rebaños de noche en las planicies de Belén. La primera manifestación que atrajo la atención de los pastores cuando el Salvador nació fue una luz radiante que irrumpió en medio de las estrellas, y que los llenó de admiración. . .
Los atónitos pastores apenas podían comprender el precioso mensaje que les habían traído los ángeles, y cuando desapareció esa luz esplendente, se dijeron los unos a los otros: "Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño" (Luc. 2: 15-17). . .
¡Qué amor incomparable manifestó Jesús por un mundo caído! Si los ángeles cantaron porque el Salvador nació en Belén...
"Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres" (Luc. 2: 14).
Aunque no sabemos exactamente en qué día nació Jesús ... Hagamos todo lo posible para que las mentes de los niños se concentren en esas cosas que son tan preciosas para todos los que aman a Jesús.
Enseñémosles que vino a este mundo para traer esperanza, consuelo, paz y felicidad para todos. Los corazones de todos respondan con gozo inefable al don infinito del Hijo de Dios (Review and Herald, del 17 de diciembre de 1889). 361